¿Ya estoy bien?
¡Ya estoy bien!
Las determinaciones inconscientes son resortes desconocidos por la propia persona. Es por eso que consultan quejándose de los otros, por ejemplo: “ella me hizo daño, yo fui tan buena persona” o “él no me valoró”. Hay todo un largo camino para descubrir que, detrás de esas quejas el paciente que lo dice aún no sabe que está habitado por un empuje a lo peor, podemos llamarlo masoquismo, gusto raro, impulso hacia lo destructivo, autobulling, autocastigo, en fin, podríamos llamarlo de muchas maneras. Freud lo llamó pulsión de muerte, es una fuerza que yace en el ser humano y que lo conduce a su autodestrucción, pero esto no es reconocido fácilmente por un paciente salvo que lleve realizando un trabajo comprometido y arduo en donde haya logrado verse en su faceta más horrorosa: él es su propio enemigo.
Cuando el alivio del sufrimiento aparece en el tratamiento, muchos pacientes deciden aflojar la terapia, se sienten bien y en ocasiones dejan de lado la palabra del analista que es quien conoce, por su experiencia, de este modo de operación oscuro y propio.
Se puede estar mejor, estar bien, pero eso no significa que ya se está bien ese lado opaco, sino que está allí, al acecho, preparado para relanzarse con la repetición. Es ahí cuando a veces algunos pacientes que se han ido retornan y dicen: “me volvió a pasar lo mismo y creía que estaba bien”.
La época actual empuja a un ya, y nada que se padeció por años se resuelve en un “ya”, requiere un deseo de trabajar para encontrar realmente un nuevo modo de vivir, más satisfactorio, que permita no caer una y otra vez en las redes del “ya estoy bien” que no es tal.
Andrea F. Amendola