Lic. Andrea F. Amendola

Psicoanalista de la orientación lacaniana. Miembro de la Asociación Mundial de Psicoanálisis. Atención online y presencial. Niños, adultos, adolescentes, parejas y familias. Supervisión clínica a colegas y grupos clínicos de estudio. Contacto: 15-4414-1330

Entrevistas Arte y Cultura

La sexualidad infantil pregunta

A partir de haber sido convocada a un taller sobre “Educación para el amor” en la escuela de mis hijos, a través de la maravillosa labor llevada a cabo por una colega y excelente profesional, fue a partir de lo escuchado más lo visto en videos que nos han regalado que no pude menos que escribir acerca de ciertos conceptos que son con los cuales trabajo y con los cuales, al ver la imagen de Freud enarbolando y llenando de saber las cálidas paredes escolares, aún hoy me emociono porque entre los susurros de madres y padres que me acompañaban en ese encuentro, repiqueteaban con audaz insistencia ciertas palabras, como si en una huída desesperada intentaran treparse a los dichos circulantes de saber y, desde allí, aliviar el padecimiento de un no saber qué decir cuando un hijo pregunta sobre sexualidad.
“¿Y si no me pregunta?”, “salgo corriendo si me hace esa pregunta”, “¿ qué le tengo qué decir?” “me muero de vergüenza”-se escuchaba en el salón. Frases que juegan pulseadas con la angustia de un no saber, de un decir que se escapa, de palabras que se escurren a la hora de abordar respuestas que ponen en juego no sólo contenidos, sino mucho más, ponen en juego valores, tabúes, prejuicios, experiencias propias, miedos, ideales, en fin… lo inconciente siempre está por detrás del escenario de la vida, porque somos seres hechos de lenguaje y lo inconciente nos lleva hacia aquel saber no sabido que nos puede permitir, si nos animamos, a adentrarnos entre los senderos de esos saberes no sabidos que nos constituyen como humanos.
La sexualidad nos diferencia del resto de los seres vivos, porque nos liga a la vida de ser seres parlantes y a partir de ser un factor común así también nos define con los colores de la singularidad y de lo propio de cada uno.
Sigmund Freud, el padre del psicoanálisis, fue quien se atrevió a decir que existe una sexualidad infantil y esto es constatable para quienes han podido observar la conducta de los niños. Él habla de una primera experiencia de satisfacción, se refiere al lactante el cual apresado por el hambre crispa en llanto y es entonces que será asistido por un otro que interpretará ese grito como “llamado”, habitualmente la madre y es, desde ese contacto con el otro de sus primeras necesidades que el bebé experimentará el afecto, el contacto con la piel de la madre, el hambre se saciará pero el bebé continuará chupeteando por el simple hecho de que el chupeteo le produce placer, placer de sentirse amado y resguardado y la satisfacción alimenticia quedará en un segundo plano.
Así, el niño utiliza su sexualidad como fuente de conocimiento y no sólo de placer, es un medio para comprender el mundo, para relacionarse, para conocerse a sí mismo y conocer a los demás. La sexualidad es mucho más amplia que la genitalidad.
Si los padres no consideran la existencia de la sexualidad como parte de la vida de sus hijos desde el mismo nacimiento y observan las conductas sexuales infantiles con ojos de adultos, serán penosas las consecuencias no sólo en sus hijos sino para la vida de relación de los mismos.
La biología nos hace hembras o machos, pero la sexualidad se va construyendo a lo largo de toda la vida de una persona y comprende toda su vida de relaciones, su modo de expresar el afecto, las demostraciones, los dichos que los seres significativos de un niño le han proveído en relación a su querer saber sobre el origen de la vida y sobre el amor y el cuerpo.
Escuchar a nuestros niños, recibir sus preguntas y responderles con claridad, con aquellas palabras que puedan comprender de acuerdo a la edad pero por sobre todas las cosas: responder.
La maternidad y la paternidad son funciones que deben vehiculizarle al niño un saber cuando preguntan sobre sexualidad. Hablarles de sexualidad implica ir más allá de los propios prejuicios, pero es fundamental dado que el niño no nace educado, no siente pudor si no es a través de la educación en donde se le explicará lo íntimo, lo privado y lo que es público, lo que se comparte y lo que no.
Hablar de sexualidad en los colegios hoy no es hablar de reproducción, la reunión a la que he asistido implicaba hablar de sexualidad en nivel inicial, o sea, desde los tres a los cinco años.
Cuando se nos explicaba que a esa edad los niños transcurren una temporalidad en donde la actividad sexual es muy intensa, las expresiones de algunas madres y padres parecían jugar una sinchada entre el desconocimiento y el horror.
Más allá de mi emoción al ver proyectada en las amigables paredes del salón de actos del colegio el rostro de Freud, quien fuera mi guía a lo largo de toda mi carrera, más fue aún mi sentimiento de satisfacción al escuchar en boca de la profesional exponente decir: “muerte y sexualidad, dos temas que a los seres humanos nos cuesta mucho hablar pero de los que hay que hablar”.
Del lado de la escuela se propuso “acompañar” la sexualidad, no señalar sino transmitir que la sexualidad está  bien y en las familias “conversar”, “responder”.
Más aún fue mi sorpresa, porque esto estaba sucediendo en el marco de un colegio religioso, y de repente no entendí bien cómo el psicoanálisis se hacía lugar allí, hasta que comprendí que depende de la posición que una institución tome ante la infancia y sus características.
Hay lugar para la sexualidad infantil, hay lugar para la singularidad de cada uno, hay instituciones que se permiten estar habitadas por un deseo de saber, ¿hay aún padres que escapan a ese deseo de saber de sus hijos?…

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